viernes, 9 de marzo de 2012

Necrópolis


Caminar por un cementerio nunca es fácil. El olor a muerte, el frió, el silencio y hasta cierto punto, el sentimiento de abandono puede generar incomodidad y perturbar la psiquis, sin embargo, hay cementerios de cementerios.
El Museo Cementerio de San Pedro es el cementerio más reconocido de Antioquia y tiene un valor histórico y cultural que lo convierte en patrimonio nacional. Su arquitectura lo diferencia de los demás cementerios, sus bóvedas y sus mausoleos son verdaderas muestras artísticas, sus esculturas se levantan inmarcesibles entre los muertos y dan un cierto aire de protección y “celestialidad” que puede resultar reconfortante y perturbador al mismo tiempo, pero son sus “inquilinos” los que hacen de este cementerio un lugar rico en historias. En sus pasillos encontramos habitantes de todos los niveles educativos, de todas las clases sociales y de todos los estados mentales. En cinco metros a la redonda se pueden hallar el político elitista y el sicario analfabeta, el patriarca de una familia prestante y el tendero de un barrio marginal. Es este cementerio la verdadera muestra de la sociedad antioqueña, sin importar el estatus socioeconómico o la profesión ejercida, un domingo cualquiera se pueden cruzar por sus pasillos, todo un enjambre de culturas.
La ciudad de los muertos jamás dejará de ser de ellos. La muerte los hizo dueños de sus pasillos y somos nosotros sus visitantes. Sea llena de hermosos pasillos y esculturas o invadida por el irrespeto de los vivos, los cementerios los hacen los vivos para el descanso de los muertos y jamás dejaremos de sentirnos invasores en estos espacios.