miércoles, 28 de enero de 2015

STREET SPIRIT.

En 1999 era un culicagado. Tomaba vino en el periodista y en los colores. Me sentaba a escuchar música con Nelson en su casa o en la mía. Escribíamos, leíamos, dibujábamos, morbosiábamos a las vecinas, fumábamos, soñábamos, reíamos. Cerveza va, cerveza viene.
Sonaba Rage Against the Machine, sonaba Ministry, sonaba Ilegales, sonaba Radiohead, sonaba Pearl Jam, sonaba Francis Cabrel, sonaba Leonardo Favio.
Fue el comienzo de mi era de excesos.
También fue el comienzo de mi era de silente angustia.
Mujeres, alcohol, farra constante con los del colegio y con los de Aragón.
Lágrimas. Recuerdos. Silencio. Pensamiento.

Hoy, a mis casi 34, no cambiaría la peor noche de esta era por la mejor de esa.
La atesoro, la recuerdo con mucho cariño, es la base de quien soy en este momento.
Jamás dejaré atrás ese pasado de excesos, pero en el pasado queda perfecto.
Crece. De verdad, es fantástico.






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