domingo, 14 de febrero de 2010

MI ANTIHEROE COLOMBIANO

Llegó el autobús. Termino de ingerir mis muy queridas papa-mugre y me subo al vehiculo. Tomo asiento en el sector central de este popular medio de transporte masivo y espero mientras el bus comienza su viaje.
En medio del agradable silencio y de la felizmente notoria ausencia del vallenato típico que diariamente llena los espacios de estas rutas, comienzo a pensar un poco en mi vida y en lo que he hecho con ella.
En medio de mi cavilación, me vi sorprendido por una voz chillona que vomitaba un discurso que todos los que hemos montado en bus, conocemos a la perfección
“damas y caballeros, tengan todos ustedes muy buenas tardes… el día de hoy no vengo con el animo de incomodarlos ni mucho menos, solo vengo a ofrecerles este delicioso caramelo masticable llamado chocobreak … el cual tiene un costo de $200 la unidad, para su mayor economía, lleve los 3 por $500 …. La dama o el caballero que aprecie mi trabajo y me desee colaborar, mi dios se lo ha de pagar ….. Recuerde no tirar los papeles en el interior del bus para que el señor conductor, en otra oportunidad, nos deje trabajar a mi o a uno de mis compañeros”
Se me subió el Grajales. ¿Porque este gamín tenia que montarse al bus en que yo viajaba? ¿Con que derecho interrumpía mis pensamientos?
Pero de pronto, me puse a pensar en todo lo que este ser había dicho. Lo miré de arriba a abajo. Me sentí como un imbecil. Heme aquí, sentado en este cojín rojo a medio roer, juzgando a un tipo trabajador que busca salir adelante dejando de lado la vergüenza y llenándose de valor para enfrentar a una decena de desconocidos que lo mirar con recelo … se necesitan muchas pelotas para hacerlo … El personaje recogió los chocolates y recibió un par de monedas de un anciano sentado dos puestos delante de mi, luego, con una maniobra digna de un contorsionista, eludió el torniquete de la registradora e intercambió un par de palabras con el busero.
Yo estaba avergonzado. ¿Que me estaba creyendo? El hecho de tener un buen empleo ahora, no me asegura tenerlo en un par de años. Me puse en sus zapatos y sentí un inmenso respeto por este ser de pelo teñido cobrizo, aretes en su oreja, pantalones anchos, botas oscuras y camiseta de Tupac.
Al llegar a San Diego, el tipo se bajo sin que el bus se detuviera del todo….”Oviedo - Envigado – San Mateo con puesto”… Allí estaba gritando… todo un ejemplo de vida… no podía dejar de mirarlo.
De pronto, un par de personajes se acercaron a el. Se saludaron efusivamente y uno de ellos sacó un bareto de uno de sus bolsillos…… mi nuevo héroe lo tomó en sus manos, lo prendió, giró su cabeza y nuestras miradas se encontraron. Luego de mirarnos mutuamente por un par de segundos, me habló.
- Que pasa pirobo - me dijo. Giré mi cabeza de inmediato y pensé… “este es mucho hijueputa gamín” …

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